«Ríos» (de Granada), la última novedad editorial de la colección de los Libros de la Estrella (Diputación de Granada)
Hoy toca celebrar la aparición de un nuevo libro sobre nuestras queridas aguas de Granada. Acaba de salir del horno Ríos, dentro de la colección Libros de la Estrella (número 37) de la Diputación de Granada. Ha sido un proyecto largamente gestado, pero lo importante es que la criatura ha nacido, pequeña (es un libro de bolsillo), pero sana. No sé, cada vez que llega la presentación de un libro, pienso que será la última. Hacer un libro no es echar un huevo a freír, como castizamente se suele decir. Es un agujero negro de tiempo, un «pierdenoches» (mi inspiración es nocturna), en donde además lo escrito queda indeleble para la eternidad, expuesto a revisionistas y a cazadores de erratas, gazapos y fallos más gordos (espero que apenas haya). Y al final me queda la duda sobre la enorme cantidad de libros que se acumulan en estanterías a la espera de unos pocos entusiastas lectores, aunque por ellos, ¡bien merece la pena el esfuerzo! Con independencia de esto, tengo la percepción de que nos encaminamos a pasos de gigante hacia el formato electrónico como medio de lectura habitual de las nuevas generaciones. Pero bueno, la colección de los Libros de la Estrella tiene solera, es de calidad y está bien diseñada. Y un libro en papel siempre es gustoso, huele de maravilla y seguramente es necesario (como elemento tangible), por si en el futuro sufrimos ataques o apagones electrónicos (¿alguien lo duda?). Pero, sobre todo, ha sido una experiencia enriquecedora en lo personal, he conocido nuevos rincones, aumentado mi colección de fotos, hecho amigos y aprendido de ellos (y lo que me queda).
Este libro surgió como continuación de uno anterior sobre los manantiales de Granada, publicado en esta misma colección (número 12). Tras una buena acogida de los lectores (era otra época, corría el año 2002), se creyó interesante incorporar este nuevo título a la larga lista de La Estrella. En este sentido, tengo que agradecer muy sinceramente la confianza y el apoyo recibido de la Diputación de Granada y, muy especialmente, la perseverancia de Marina Guillén. Gracias.
Ya se sabe que los manantiales son las raíces de todos nuestros ríos de clima mediterráneo, que son los árboles siguiendo el símil (ver artículo El árbol y el río), no demasiado frondosos eso sí, porque en esta Granada nuestra, salvo excepciones, llueve poco, hace calor y se extrae o deriva demasiada agua para regadío. Pero en fin, aunque son ríos pequeños (como este libro), son grandes en belleza y en valor ambiental.
A este respecto, no he podido sustraerme a cierto lenguaje nostálgico, una especie de quejido, al glosar ríos que yo llegué a conocer (y no soy tan mayor) bastante más caudalosos y limpios en mi niñez. Y llenos de truchas, que a mí es lo que verdaderamente me interesaba entonces. Eso mismo me ocurrió en su momento con los manantiales, sus raíces nutricias, porque cómo ya sabemos, ambas aguas, las de manantiales y ríos, son las mismas (¡y las únicas en verano!).
¿Un manantial o un río? Pues ambas cosas a la vez. Los manantiales constituyen el origen de todos los ríos en el clima mediterráneo. En la fotografía, nacimiento de Riofrío (Loja, Granada)
Entrando ya de lleno en el libro, me puse por objetivo que fuera agradable y entretenido de leer por un público no especializado, en sintonía con la línea editorial divulgativa, práctica y sintética de la colección. Con abundantes fotografías (86 en total, las mejores de excelentes fotógrafos amigos), textos comprensibles y notas marginales (17, en columnas de diferente color) que explicaran aspectos temáticos de los ríos, cuando estos vinieran a cuento. Pero la cuestión esencial era diseñar el cuerpo argumental. Recuerdo que ahí me enredé y tardé algún tiempo en encontrar el hilo conductor que diera aceptable entrada a los ríos. Porque no quería recurrir a un aburrido vademécum, con una clasificación encorsetada, típica de libros útiles de consulta, pero sin alma ninguna.
Al final, di con la solución, contenida en un sabio adagio que había utilizado en ocasiones anteriores, y que decía así: «Dadme montañas y os daré aguas». Y eso hice, darle montañas al libro, y de ahí pasar a una breve descripción de sus ríos, que cómo hijos de las mismas sierras debían tener bastantes similitudes, lo que aliviaba de paso las descripciones. Con ello, me volcaba además en los ríos de cabecera, los más salvajes, de aguas más seguras, puras y cristalinas por ser los menos alterados por la mano del hombre. En definitiva, me apropiaba así para los lectores de los ríos más atractivos y recomendables de visitar, y los de mayor valor ambiental. En concreto, los apartados tratados fueron: ríos de Sierra Nevada, ríos de las sierras de Castril, Huéscar y la Puebla, ríos de las sierras de Tejeda y Almijara, ríos de Sierra Gorda, ríos de las sierras de Arana, Huétor y la Peza, y ríos de otras sierras (sierra de Baza y comarca de los Montes).
Con ello cubría mucho territorio, pero me dejaba en el tintero los grandes ríos, las principales arterias de la provincia. Para ellos creé un capítulo aparte, el de «Ríos colectores». En él se describen por encima los ríos Genil, Guadiana Menor y Guadalfeo, cuyas respectivas cuencas hidrográficas se reparten la práctica totalidad de la superficie provincial (que se completaría con las cuencas de las cabeceras de los ríos Andarax y Adra, y de los ríos Zumeta y Verde, y de otros cauces dispersos al Mediterráneo). Ríos colectores ya importantes, señoriales, de aguas más mansas (es un decir) y turbias, acompañados por pueblos, puentes, vegas, presas, derivaciones y acequias. Ríos con mucha más historia, pero con menos naturaleza.
Mapa a doble página, con indicación de los sistemas montañosos cuyos ríos son tratados en este libro
Mapa a doble página, con indicación de las cuencas hidrográficas de la provincia de Granada
Y también quise incorporar al libro los ríos urbanos de Granada, el Darro y el Genil. Dejarlos de lado hubiera sido un pecado de los gordos. Y, sobre todo, al Darro, que fuera en su tiempo eje de la ciudad vieja, alrededor del cual se forjó la vida de los granadinos, con sus numerosos puentes, azudes, acequias, molinos y baños (ver artículo La Granada acuosa. El río Darro). Hoy día, pese a su embovedado casi total, aún sigue palpitante (aunque necesita bastantes más mimos), como reclamo turístico de primera magnitud, en su traza descubierta de la Carrera del Darro y del Paseo de los Tristes, entre la fortaleza de la Alhambra y el barrio árabe del Albayzín, ambos Patrimonio de la Humanidad.
Cómo suele ser frecuente en muchos libros, éste termina con unos apéndices, un socorrido cajoncillo de sastre, donde se han metido algunas cosas de interés, como un glosario, la relación de ríos citados, las principales características de los embalses de la provincia, una lista de rutas «hídricas» recomendables y algunos georrecursos culturales relacionados con los ríos granadinos. La relación de rutas quizás puede interesar a bastantes personas, visto el auge tan extraordinario del senderismo en estos tiempos. Ahora que pasear tranquilamente por el campo se ha generalizado, ¡qué mejor que hacerlo, especialmente en días de calor, acompañados por la grata compañía de una corriente de agua y bajo la amable cubierta de su vegetación de ribera!
El libro se presenta en próximo miércoles día 28 de octubre en el palacio de los Condes de Gabia de la capital. Espero que sus páginas resulten agradables, entretenidas y nutricias, cómo esas benditas aguas ocultas que alimentan nuestros ríos en el estiaje. Desde luego, esa ha sido mi intención y la de la Diputación de Granada en el diseño de la colección, la maquetación y supervisión editorial.
Invitación a la presentación del libro, que tendrá lugar el próximo miércoles 28 de octubre de 2015 en el palacio de los Condes de Gabia de la capital granadina
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