El río Cacín (Granada) atesora un desfiladero sorprendente y bellísimo, hundido en el paisaje aguas abajo de la presa de los Bermejales. En ese sector, el río excavó las areniscas marinas del Mioceno de la depresión de Granada. Las mismas rocas en que están tallados otros cañones fluviales de Granada, como los de los ríos Genil, Aguas Blancas o Alhama de Granada, por citar algunos de ellos. En el río Cacín, el cañón es practicable para el senderismo (con algunas dificultades), lo que no es frecuente que ocurra. El trabajo de acondicionamiento de su senda (con puentes y cuerdas de apoyo) fue llevado a cabo hace poco tiempo, según tengo entendido, por una escuela taller de la zona, actuación absolutamente encomiable.
A pie de agua, sepultados por verticales farallones de piedra, son muchos los rincones, recodos y paisajes que con seguridad despertarán admiración y sorpresa. Este de la foto es uno de mis preferidos, el elegido para extender el mantelillo y echar la merienda cuando paso por allí, generalmente acompañado de buenos amigos.
¡Qué placer ese de compartir Naturaleza y Amistad!, y si es junto a unas buenas viandas y un buen tintorro, mucho mejor. El sitio se encuentra en el último tramo del cañón, cerca del conocido como «Puente Romano». En esa parte del río (y durante un buen tramo), la vereda discurre por techos de estratos de arenisca lamidos por el agua, erosionados en V gracias a la menor cohesión y resistencia de niveles ínterestratificados intermedios.
El abrigo rocoso, los bermejos tajos fronteros, acentuados con las cálidas luces del atardecer, las oscuras y misteriosas aguas del río a esas horas que preceden a la noche, y una densa vegetación de ribera, todo ello lejos de caminos y bullicios, invitan a la contemplación, el descanso y la reflexión. De forma circunstancial, el tronco varado en el agua de un viejo árbol traslada nuestro pensamiento hacia lo efímero que es la vida.
Responder a Eduardo Luis Díaz Cancelar la respuesta