Arroyo Barranco de las Cabañuelas (P.N. de Sierra Nevada. Foto Andrés Ureña)
Supe de Andrés Ureña a través de Facebook (una de las ventajas de las redes sociales) y al poco quedé enganchado a su fotografía y comencé a seguirlo. Me gustó además comprobar que simpatizaba con el Refugio Elorrieta, igual que me pasaba a mí, y no tardó mucho en llegar un encuentro junto a un oloroso café. Tampoco se demoraron demasiado las salidas fotográficas con otros amigos. En el campo me encontré al fotógrafo que imaginaba, un perfeccionista, que cargaba con una abultada y pesada mochila. Nada que me sorprendiera por otra parte, porque de esos conozco a varios. Bueno, pues mientras mis acompañantes se dedicaban a buscar encuadres y a cazar luces para retratar paisajes, yo fui retratando al fotógrafo viéndolo actuar y preguntándole de forma distraída cosas sueltas. Ello me permitió preparar una entrevista y entender mejor sus respuestas, esas que ahora comparto con todos ustedes.
Hola Andrés, cuéntanos algo de ti. Hola Antonio. Me llamo Andrés Ureña González y nací en el barrio del Albaicín (Granada) en 1957. Soy profesor de Educación Secundaria, actividad profesional que siempre he compaginado con mis dos grandes aficiones, los deportes de montaña y la fotografía. También soy presidente del Club Deportivo Mic Mic Monachil desde su fundación en 1998.
Es precisamente mi afición a los deportes de naturaleza, principalmente el montañismo, lo que me hizo llevar siempre una cámara fotográfica colgada al cuello, hasta tal punto, que no concibo subir a la montaña sin llevarla conmigo. Me considero bastante obsesionado con la perfección y un buscador de imágenes en situaciones complicadas en cuanto a lo meteorológico, las condiciones de luz y la orografía del terreno, porque creo que son esos los tres ingredientes imprescindibles que hacen que una fotografía de paisaje pueda resultar interesante y diferente.
Andrés Ureña junto al canal de fuga de la Central Eléctrica de la Vega (P.N. de Sierra Nevada. Foto cortesía de Alfredo Ureña)
Andrés Ureña suele ir al encuentro de tiempos revueltos. “Son los que ofrecen mejores fotografías, eso sí, requieren hacer noche en la montaña y llevar pesados equipos” (P.N. de Sierra Nevada. Foto cortesía de Manuel Villena)
Dinos, ¿cómo comenzaste en esto de la fotografía?. Como suele ser habitual en muchos fotógrafos, mi primer contacto fue a través de una cámara familiar Agfa Isoly II que adquirió mi padre allá por el año 1965, y que a la edad de 15 años se convirtió para mí en un objeto muy preciado. Esa cámara me acompañó hasta que en 1979 compartí con mi hermano Alfredo una Canon FTb semiprofesional que daba una calidad impresionante. Fue sin lugar a duda un salto cualitativo que acabó por engancharme a la fotografía. Al poco adquirí una excelente cámara, la Mamiya ZE2, que me dio después muchas satisfacciones, y que aún se mantiene operativa.
Algo que suele interesar a los aficionados es cuál es tu equipo y tu técnica. El tiempo avanza muy rápido en esto de la fotografía. Ahora todo el mundo tiene una cámara digital a su alcance, sin los antiguos y costosos consumibles que antes se necesitaban. Pero no todo son ventajas, cada dos por tres hay que actualizar los equipos, sobre todo por los avances en la electrónica y el procesado. Actualmente trabajo con Nikon D810 en formato completo (Full Frame), un equipo con muy buenas prestaciones y por supuesto disparando en RAW para una posterior edición con Camera Raw o Lightroom.
Mi técnica es simple, pero considerando algunas precauciones importantes al realizar la toma. Siempre procuro prestar mucha atención a la luz, la profundidad de campo, el encuadre y la composición, de tal manera que el trabajo de procesado sea lo menos agresivo posible. Me gustan los espacios muy abiertos y jugar con la simplificación, aislando y dando protagonismo a elementos del entorno y acompañando de atmósferas dramáticas que le confieran fuerza y centren la atención del espectador. En la fotografía del paisaje es importante el histograma y el balance de blancos. También la indispensable aplicación de la técnica hiperfocal en paisajismo y en las nocturnas de larga exposición en particular, utilizando ópticas de gran calidad y cuerpos que proporcionen ISO elevados para minimizar el ruido. En cualquier caso, para obtener los mejores resultados es necesario disponer de un buen equipo. Un buen trípode es imprescindible para impedir la trepidación sin tocar la cámara durante la captura. En los paisajes nevados me gusta mucho fotografiar en blanco y negro siempre que haya buena luz, ya que la gama tonal en monocromo puede ser la más adecuada para obtener una fotografía que impacte.
¿Qué no puede faltar del equipo en una salida organizada? Siempre he dicho que ser fotógrafo de montaña es muy sacrificado, ya que el peso habitual se ve incrementado con el de los equipos fotográficos. Para paisajismo suele ser suficiente un gran angular o un teleobjetivo zoom medio. Los que buscamos la perfección no nos conformamos con un equipo ligero, pero claro, esto pasa factura a la espalda. En cualquier caso, tratándose de fotografía de paisajes de montaña y de aguas, tanto diurnos como nocturnos, la mayoría de las veces es necesario la utilización de un objetivo zoom gran angular, tal como un 14-24mm f/2.8 de apertura máxima y otro tele zoom de distancias focales como el 70-200mm f/2.8. Si la travesía es larga podemos optar por algo intermedio para evitar peso, tal como un 24-120mm f/4 o un 18-200mm Dx.
El cuerpo de cámara puede ser una Full Frame o una APS-C según el caso en relación con los objetivos. Muy importante es la bolsa de transporte, en mi caso una con arnés que llevo sobre el tórax, lo que me permite liberar la espalda para utilizar una mochila con el resto de equipaje, al tiempo que llevo las manos libres para usar bastones o piolet.
En cuanto a accesorios, el trípode ya comentado, varios filtros de densidad neutra, un filtro degradado cuadrado para compensar las altas luces, un filtro polarizador, un disparador remoto, baterías y tarjetas de memoria extras. También suelo llevar un puntero láser para facilitar el enfoque en determinadas circunstancias y alguna aplicación como Efemérides del Fotógrafo o PhotoPills.
Andrés, imagino que tienes tus épocas, horas y lugares preferidos, ¿no? Para fotografiar la noche, la bóveda celeste y la vía láctea, prefiero la primavera y el verano. Para diurna prefiero el amanecer y el atardecer (hora dorada y hora azul). En el resto del día no suelo tocar la cámara, ya que las luces y sombras son muy “duras”, en este sentido mis estaciones preferidas son el otoño e invierno. La luz del otoño ofrece unas tonalidades, claridad y unos colores únicos, mientras que el invierno me permite fotografiar paisajes con nieve, que siempre resultan muy interesantes. Me gustan los paisajes a contraluz. En días de nieblas, neblinas y calimas las tomas son más complicadas de realizar, pero bien controlados los parámetros de luz los resultados suelen ser muy interesantes.
Magnífica toma del Refugio Elorrieta en una noche limpia y estrellada (P.N. de Sierra Nevada. Foto Andrés Ureña)
Mi campo de acción se centra, como ya he dicho anteriormente, en la montaña, especialmente en Sierra Nevada y sus estribaciones, aunque también visito otros sistemas montañosos y parajes diferentes. El valle del río Dílar y los Alayos, por su orientación a poniente en otoño e invierno, ofrecen muy bellas luces, también el valle del río Genil por su orientación a las caras norte, son lugares que visito frecuentemente en cuanto observo que el clima y la atmósfera es la adecuada. Me atraen también los paisajes agrestes desérticos, como las badlands de Marchal y Purullena, el desierto de Gorafe, el desierto de los “Coloraos” en el Negratín y el desierto de Tabernas en Almería. Con respecto al agua, la busco siempre porque es una gran fuente de inspiración. Las lagunas y cascadas de Sierra Nevada en la época de deshielo son los lugares y épocas favoritas.
He de confesar que también me gustan los paisajes urbanos, con las calles de la ciudad llenas de vida, sobre todo en días de lluvia.
Río Mulhacén entre neblinas (P.N. de Sierra Nevada. Foto Andrés Ureña)
Todos tenemos referentes en nuestros respectivos ámbitos, ¿cuales son los tuyos en la fotografía de paisajes? Habría que distinguir entre los clásicos y los contemporáneos. Hay un abismo entre los medios técnicos de unos y otros, por lo que los resultados son muy diferentes. Entre los clásicos el mejor fotógrafo de paisajes sin lugar a dudas, desde mi punto de vista, ha sido Amsel Adams. Su depurada técnica en blanco y negro y su procesado por zonas con un estilo totalmente realista lo han hecho diferente. Fotografió los parques nacionales de Estados Unidos como nadie. A medio camino entre clásico y contemporáneo citaría al brasileño Sebastião Salgado, un fotógrafo muy completo, porque además de excelente fotorreportero y retratista es un gran paisajista en blanco y negro.
Entre los contemporáneos para mi gusto hay tres fotógrafos que son: Marc Adamus, Max Rive y Luis Lyons. Los dos primeros por sus paisajes épicos de ensueño, con un tratamiento de la luz, un procesado y una atmósfera que está marcando tendencias. Ambos son fotógrafos que arriesgan mucho su integridad física durante el trabajo de campo, lo cual admiro. En cuanto al mexicano Luis Lyons, no tan conocido a nivel internacional, me gustan mucho sus paisajes desérticos de Tehuacan, a los que impregna de una atmósfera especial. Para mi es el referente del fotógrafo que no necesita grandes medios para una buena fotografía. Esos tres fotógrafos que he mencionado es fácil seguirlos a través de las redes sociales en plataformas de alojamiento de imágenes como “500px”.
¿Algo más que quieras contarnos? Decir que gracias a la fotografía se aprende a ver la naturaleza de una manera diferente. Mientras se camina por el campo o la montaña, el fotógrafo paisajista está pendiente de la luz, del color, de la composición…, adentrándose en lugares o días complicados, que muchas veces son los que proporcionan las mejores imágenes. A los que empiezan con este apasionante mundo de la fotografía, decirles que carguen siempre con una cámara fotográfica en sus salidas a la montaña y recordarles que la foto no la hace la cámara ni el objetivo, la haces tú. “La luz y el tiempo son la esencia, el resto es solo la forma de ver la vida”.
Bueno Andrés, espero que quedes satisfecho con este “retrato”. Creo que ha quedado bien. Espero poder acompañarte de secretario muchos más días con nuestras cámaras a cuestas, a la caza de luces, estrellas y aguas, y en cualquier caso poder seguir durante mucho tiempo tus trabajos.
Una muestra de las fotografías de Andrés puede verse en los siguientes enlaces: https://500px.com/andrsurea. https://www.facebook.com/andres.urenagonzalez
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