«Neveros de Sierra Nevada», detalle de una preciosa acuarela de Rocío Espín, imagen que ilustra la portada del libro citado
Es curioso. Esta madrugada del lunes 19 de enero de 2015, Día Mundial de la Nieve, ha caído la primera nevada importante de la temporada 2014-15 en Sierra Nevada (y en toda España). Bendita nieve que los antiguos serranos tenían en mucha consideración porque decían, con toda la sabiduría que da vivir del campo, que «era la que recargaba de verdad los veneros y las fuentes».
Aprovecho esta efemérides para traer a este blog de «Paisajes del Agua» la noticia de un nuevo libro que tiene que ver precisamente con el agua sólida. Escrito por Manuel Titos (y editado por el Organismo Autónomo de Parques Nacionales), lleva por título «Los neveros de Sierra Nevada». Esos curiosos personajes que se ganaban las vida hasta hace relativamente poco tiempo en España acarreando con sus reatas de mulos nieve e hielo desde los más altos ventisqueros de cada región hasta las ciudades más próximas. Aunque el libro se presentó oficialmente el pasado mes de diciembre de 2014, aún no está plenamente distribuido por las librerías y no es todo lo conocido que merece. Como todo lo que escribe Manuel, es plenamente recomendable, especialmente para los amantes de la historia de Sierra Nevada, tema en el que nuestro personaje lleva ya una larga saga de libros escritos o coordinados. La abundante información recogida constituye una valiosa fuente documental sobre la temática de los neveros y la nieve en Andalucía.
Neveros como los nuestros hubo en todos los tiempos y en todas las altas montañas del mundo. En este mismo blog se publicó el 30 de julio de 2014 una entrada titulada «El último hielero del Chimborazo», un homólogo de los neveros andaluces en los Andes del lejano Ecuador que todavía, en pleno siglo XXI, continúa con el oficio, compitiendo con fábricas de hielo industriales. Si tienen interés, pueden ver también el vídeo de este curioso y anacrónico personaje (colgado en el citado post).
El libro que ahora nos ocupa deja constancia de esa actividad en Sierra Nevada desde, al menos, época árabe hasta los años 20 del siglo XX (con subidas esporádicas a por hielo hasta los años 50). Y, de la misma forma, hace un breve repaso de los neveros en diferentes montañas de la Bética andaluza y aledañas. Desde luego, fue un oficio duro y penoso, que en ciertos lugares requería de trayectos muy largos, con almacenes (los conocidos como pozos de la nieve) en origen e intermedios, para terminar llegando finalmente a lejanas ciudades con apenas un tercio de la carga inicial. Ni que decir tiene que trabajaban sobre todo en primavera y verano en condiciones climáticas algunas veces muy adversas, casi siempre al anochecer, para hacer los viajes de regreso de noche, antes de que el día (y el temido sol) les sorprendiera con su sensible carga. El hielo de los neveros, antes de salir las primeras fábricas por los años 20 del siglo pasado, las que hacían aquellas largas barras que muchos llegamos a conocer, era muy apreciado por su escasez y por sus utilidades para diferentes usos; no solo era la conservación de alimentos o la elaboración de ricos helados, era también el uso terapéutico y medicinal que este tenía en multitud de aplicaciones y enfermedades.
En fin, son muchas y curiosas las historias que atesoran estos personajes y su peculiar forma de vida. Les recomiendo al respecto un vídeo que recrea con personajes de época ese oficio de los antiguos neveros de Sierra Nevada (así como los principios del esquí en esa montaña). A mí me transportó a aquellos tiempos y pasé un buen rato viéndolo.
Que disfruten del libro y del vídeo de los neveros de Sierra Nevada. Un cordial saludo
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