Imagen de portada: www.gestionsocial.pri.org.mx
Hoy 22 de marzo se celebra, desde 1993 y a instancias de la ONU, el Día Mundial del Agua. En este año 2015, el lema elegido ha sido «Agua y desarrollo sostenible«.
Como es sabido, el agua es un elemento esencial para la Humanidad, que necesita de su sostenibilidad para garantizar nuestro futuro y el del Planeta. Evidentemente, no habrá desarrollo real sin sostenibilidad. La Directiva Marco del Agua del Agua del año 2000 lo dejó bien claro, al dictar que la gestión del agua deberá ser sostenible, no sólo desde el punto de vista económico, sino también, desde el ambiental. Y todo ello para un recurso que, como también apunta esa Directiva, no es un bien comercial como los demás, sino un patrimonio que hay que proteger, defender y tratar como tal. Así pues, sin esa doble condición, económica y ambiental, no existe sostenibilidad.
En los últimos decenios se viene incidiendo constantemente en la sostenibilidad cuantitativa, si se puede decir así, es decir en la que se basa en la cantidad del recurso. Muchos creen que es la principal amenaza de la Humanidad, y se basan para ello en que el consumo es cada vez mayor para un recurso limitado (y escaso en muchas zonas), y que, además, éste mermará en los próximos decenios por culpa del cambio climático. Sería largo de exponer aquí mis pareceres, que están muy de acuerdo con el primer punto (aumento del consumo y del déficit hídrico), pero no con el segundo (disminución en la cantidad del recurso por el cambio climático), siempre hablando a escala global claro.
Sin embargo, donde creo que habría que actuar con mayor rotundidad y energía es en la sostenibilidad cualitativa, es decir la que tiene en cuenta la calidad del agua y su idoneidad para los diferentes usos. Ahí si que pienso que, si no cambiamos, la situación se convertirá en crítica en los próximos tiempos. La contaminación de acuíferos, ríos, lagos y océanos, y las dramáticas consecuencias que eso va a acarrear para la Humanidad y los seres vivos en general, es, a mi juicio, la principal amenaza futura ligada al agua.
Estamos actuando prioritariamente, como suele ocurrir con tantas cosas de la vida, en lo que nos resulta más fácil (aunque nada es sencillo), cómo es en ahorrar, modernizar, ser más eficientes en el uso, buscar más recursos, etc. y hemos dejado para «más tarde» eso de no hacer vertidos directos al agua y depurar convenientemente. Ello es mucho más costoso y problemático para los gobiernos, para lo que se necesita, además, una coordinación internacional, que es complicada. La esperanza está en los pueblos, en la EDUCACIÓN (con mayúsculas), en la toma de conciencia de todos los habitantes del Planeta (youtube).
Pero que quede claro, el desarrollo sostenible que propugna el lema de este año del Día Mundial del Agua es una combinación de cantidad y calidad. Ambos conceptos son indisociables, y no habrá sostenibilidad (económica y ambiental) si uno de ellos falla.
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