Mi aprecio por Sierra Elvira viene de lejos, de mis años de estudiante universitario. Esa sierra siempre fue icono de los geólogos granadinos. A las mismas puertas de la ciudad, era destino socorrido y económico para las prácticas de campo del primer curso de la licenciatura. Con nuestros relucientes martillos nos desplazábamos a “picar piedras” hasta sus empinadas laderas cargados de ilusión y de ganas de aprender, bendita juventud.
Era una montaña extraña y enigmática al mismo tiempo, que algunas veces sobresalía como una isla en mitad del enorme mar de nubles que cubría la depresión de Granada. En fríos, soleados y diáfanos días de invierno, las vistas desde ciertas cimas (la Atalaya, Ermita de los Tres Juanes y el Morrón) eran formidables. A sus pies se extendía la alfombra verde de la vega granadina, contorneada en su pie de monte oriental por la ciudad y la fortaleza roja de la Alhambra, mientras que al fondo se alzaba regia y altiva la blanca cordillera de Sierra Nevada. Todo un espectáculo.
Cuando pateábamos sus pedregosas laderas calizas, muchas veces tropezábamos con exhalaciones de vapor de agua, que nuestros profesores decían (con recalcitrante ironía) que procedían de las entrañas de un dormido volcán. Era una forma más de tantear las aptitudes de aquellos estudiantes primerizos, junto a repechadas y caminatas inmisericordes cartografiando rocas. De regreso de ver pliegues, estratos, fallas y fósiles, algunos aún teníamos humor de prolongar el día buscando jacintos de Compostela (preciosos cristales de cuarzo rojo ) o restos cerámicos de la mítica Medina Elvira.
Con el paso de los años volví muchas veces a esa montaña para investigar aquellas misteriosas aguas termales procedentes de sus más hondas entrañas. Eran infinidad las rajas, grutas y simas que horadaban su superficie kárstica, penetrando incluso hasta el mismo lago subterráneo. Una de sus grutas se decía que había sido utilizada desde la Prehistoria en baños, y después por todas las civilizaciones que pasaron por estas tierras, justo donde se levantó hace más de 100 años un antiguo balneario. Muchas veces bajé las viejas escalinatas de la gruta original en busca de agua para su análisis y para medir su temperatura, muy constante alrededor de 33 ºC. Aquél era un punto de control histórico, que venía heredado de los tiempos en que la FAO inició las investigaciones hidrogeológicas en la Vega, allá por 1966. Un lugar estratégico para comprender el quimismo de las aguas del sector occidental del acuífero de la Vega de Granada, en el que se mezclaban las calientes y más mineralizadas del pequeño sistema de Sierra Elvira, que fluían por debajo de la gran y rectilínea falla que cortaba en seco la áspera sierra para pasar a fértil vega.
Viejas paredes y escalinatas (si ellas hablaran) por las que se accede a la gruta termal del que fue antiguo balneario de Sierra Elvira
Precisamente por aquel lindero pasaba el antiguo tranvía que iba de Granada a Pinos Puente. El mismo que cogían entonces muchos de los bañistas y aguistas del establecimiento balneario. De aquella construcción quedan desvaídas fotografías y apenas unos pocos metros cuadrados de solería, algo similar a lo que ocurre con tantos otros elementos significativos del patrimonio histórico, como fueron los secaderos de tabaco, las fábricas de azúcar, o ese mismo tranvía romántico que enlazaba los pueblos que salpicaban la enorme, fértil y rica vega de entonces.
Con el paso de los años terminé por cosechar suficientes conocimientos para comprender (solo un poco) a aquellas misteriosas aguas termales y a quererlas (del conocimiento viene el aprecio, como tengo bien aprendido). Y allí, junto al agua, como me ocurrió en tantas otras ocasiones, aparte de conocimientos coseché también buenos amigos, como Paco y Maricarmen, herederos de aquél lugar mágico para el termalismo, reconvertido desde hace años en piscinas al aire libre. Durante algunos veranos acudí a ellas con mis hijos pequeños y sobrinos a disfrutar de interminables baños, y después de tertulias junto a aquellos deliciosos arroces con sangría que nuestros amigos preparaban en la terraza.
Hoy, recién iniciado el 2015, me he acordado de este mágico lugar de los paisajes del agua el releer un delicioso libreto del balneario fechado en 1928. Al cerrar sus páginas, reflexiono (una vez más) sobre lo mucho que han cambiado los tiempos para los balnearios españoles. Edificios regios, históricos y llenos de sabor, patrimonio y tradiciones. Elementos señeros desparecidos muchos de ellos para siempre de los paisajes del agua de las tierras de España que viene bien recordar de vez en cuanto.
En la penúltima página acabo de leer que la cama de la hospedería del balneario de Sierra Elvira costaba 2 pesetas, es decir, poco más de un céntimo de euro (sin comentarios).
Buenos días Antonio,
Qué bien leer algo sobre “el volcán dormido”. Hace tiempo que la teníamos olvidada, pero esta sierra no deja de sorprender. Hace escasamente una semana unos compañeros espeleólogos, junto con Andrés Santaella, han topografiado una nueva cavidad cerca de la zona donde aparecen los jacintos de compostela. Aunque de escasas dimensiones, lo curioso es que se ha registrado una temperatura del aire de hasta 48.5ºC, haciendo su exploración prácticamente imposible.
Observando en la hoja Magna, he podido deducir que se encuentra en la misma falla donde está la sima de Raja Santa, cuyas aguas a -120 m de su boca se encuentran a 31ºC y que en 2005 sufrieron una importante contaminación por algún tipo de aceite o grasa cuyo origen al parecer no se ha podido demostrar. Por suerte, actualmente se encuentran relativamente limpias y los restos de aquella sustancia se limitan a costras en la pared.
En fin, son muchas las historias de Sierra Elvira, pero seguro, que nos ofrecerá unas cuantas más.
Saludos, Chema Gómez.
Hola Chema,
Es muy sorprendente lo que cuentas de esa temperatura del aire de 48,5 ºC, y más ahora en invierno. La verdad, no sé a qué puede deberse, nunca hemos medido una temperatura del agua en Sierra Elvira por encima de los 30-35 ªC. Lo que yo decía, va a ser verdad lo de las misteriosas aguas termales de Sierra Elvira. Habrá que seguirle la pista al asunto.
Un saludo
Aquí te dejo una pequeña nota divulgativa publicada en nuestro blog:
http://grupoespeleologosgranadinos.blogspot.com.es/2015/01/cueva-de-la-sauna-at-48-nueva-cavidad.html
Saludos
Chema, que no te he respondido directamente desde aquí, mira mi otro comentario. Un abrazo.
Fascinante contribución tanto en este blog como en el de los compañeros del G.E.G. Chema, sería interesante que esa temperatura o ese estudio se hiciera más completo, seguramente a Antonio y su equipo le sería de interés las aportaciones que le podáis ofrecer… como dice Antonio, son datos fuera de lo común en estas aguas tan misteriosas que tenéis en Granada. Fantástico.
Un abrazo a ambos.
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Antonio ya tenemos la topografía de esa pequeña cavidad, hecha por nuestro compañero Andrés Santaella del Grupo de Espeleólogos Granadinos, y que por supuesto está a tu entera disposición. Realmente es sorprendente esa temperatura y más si ves las fotos de donde se localiza, prácticamente en la superficie del terreno.
Pues Manolo, no tiene desperdicio esos datos y tenéis que publicarlos y hacer un estudio profundo. ¿A qué se puede deber tan alta temperatura? Es que es incluso hasta molesta, no?
Querido Antonio:
No dejas de sorprenderme, poeta.
Un abrazo.
Paco